“Inculcar en mi hijas deporte y espíritu competitivo”
Santiago Barroso, amante de los deportes y carismático colega, nos confiesa con emoción que corre por: “demostrarme a mi mismo que puedo hacerlo, y si ya lo hice que puedo hacerlo mejor. Y ahora que mis hijas han crecido un poquito, quiero inculcar en ellas el deporte y el espíritu de competencia sana, que estoy convencido que les servirá el resto de su vida”.
Le preguntamos acerca de su participación en la exigente competencia 15K, puesto que viene interviniendo exitosamente en competencias atléticas en la ciudad.
Coméntanos acerca de dos situaciones retadoras durante la carrera
Entre los kilómetros 4 y 5 te enfrentas con una subida prolongada en la calle 5 de Junio, una distancia que no termina, que imprime un fuerte rigor en las piernas y donde varias personas se detienen o prefieren caminar, te ves tentado a hacer lo propio. Es el primer punto donde pones a prueba la disciplina y el amor propio, que al igual que la parte física, se han entrenado durante las madrugadas, cuidando la comida, dejando de hacer lo que quieres por lo que debes.
Durante los kilómetros 11 y 13, arribando al Parque La Carolina, el cansancio y el sol empiezan a pasar factura. Las piernas están cansadas y sientes el fantasma de los calambres, los pulmones se están inflando a su máxima capacidad, y la cabeza te vuelve a tentar: “para, ya lo has dado todo”. En ese momento, cuando lo más lógico es ceder y darle descanso a tu cuerpo, empieza a inflarse el pecho y puedes sentir con más fuerza los latidos; y es que esos 2 o 3 kilómetros que faltan no los vas a completar con las piernas y los pulmones, es el corazón el que va a sostener tu cuerpo: te vas a vencer a ti mismo, a tus límites mentales, a la comodidad de parar y descansar.. y el último tirón lo completas con tus seres queridos, aquellos que alimentan el fuego de tu corazón y quienes ven en ti un ejemplo,.. “por mi y por ellos, no me voy a rendir, tengo que llegar”.
¿Lo vivido durante tu carrera en que se parece al diario vivir?
Todos, en algún momento, sentimos que no podemos más: el cansancio, el estrés, la ansiedad, etc., son suficientes razones para tirar la toalla. Es ahí cuando es importante que, lo que hacemos en nuestro día a día valga la pena y tenga un propósito, porque necesitamos alimentar con eso nuestro corazón, para así tener 1001 motivos que superen las 1000 excusas que tiene listas nuestra cabeza.
Si encontramos esos motivos podemos dar lo mejor en lo que hacemos, incluso dando más de lo que nos piden y sabiendo que cada día puedo superar a mi “yo” de ayer, dejaremos huella por donde vayamos y seremos el ejemplo de quienes amamos.
Por Xavier Ruiz Castillo
Gerente de Marketing y Comunicación.